Nacimientos y muertes

La gente común como yo solo se viste elegante por esos dos motivos, entendidos ambos ampliamente. Hoy he asistido a mi muerte: obligado por mi padre (con ese tono tan humorístico como serio de decir ‘o te haces la orla o te desheredo’) decidí hacerme la infame foto, me informé, me apunté en la lista de horas y acudí al ‘estudio’, me vestí como nunca voy vestido, puse mi sonrisa más falsa y el flash se disparó cinco veces. El asunto no habría ido a más si el imbécil solo hubiera sido yo pero por allí pasaremos miles de estudiantes que por un momento luciremos camisa, corbata y toga, para dos días y medio después estar sumidos en nuestro baño de alcohol y pastillas.
No es suficiente el siempre se ha hecho, pues la historia cambia.
No es suficiente el solo es una foto, porque he visto mi muerte.
No es suficiente toda la riqueza del mundo para vencer las ideas de alguien convencido, de hecho, creo que si hay alguna situación similar le diré que dejemos el tiempo aparte, lo que siento ahora, después de haber cometido el infame acto, solo sería comparable conque le pidiera que me diera todo lo que tiene antes de hacerlo, y así él se sentiría como yo; hundido.
Ahora escucho a los niños en el recreo del colegio gritando ‘¡Somos lo mejores!’, que triste felicidad la de aquellos que no son capaces de ver lo que les rodea, que se encierran en su urna de cristal esperando a que cese la lluvia aún sabiendo que nunca ocurrirá.
También me parece increíble el hecho del consumismo, es decir, cuando ansías tanto un producto y cuando lo tienes ya no te importa. Cada vez veo más claro como funciona: cuando compras algo no compras el producto, compras la ilusión, el sentimiento de tenerlo y justo en ese momento pierde su valor. La diferencia entre tener algo y no tenerlo es simplemente una ilusión muerta, pues cuando lo tienes no le das la más mínima importancia, y esto llega a tales extremos que quien dice un producto también podría decir una persona, al fin y al cabo tampoco somos tan distintos si cada vez menos usamos la cabeza.

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