Matar un producto es sacar otro de similares o inferiores cualidades y no compatible hacia atrás por el hecho de vender, dejando los productos anteriores sin soporte. Empresas como hp, microsoft o nokia saben mucho de esto, y los usuarios también, que vemos como productos con poco tiempo de vida se quedan anticuados al poco de haberlos comprado. Ahora mismo pienso en dos casos bastante concretos por los que yo, y estoy seguro que muchas otras personas, han pasado:
El primero es una pda o un pocket pc. Cuando la vas a comprar te dicen sus características, todos los estándares que soporta, etc. Pero lo que no te dicen es que al año y medio el fabricante ya no dará soporte, que sera imposible encontrar actualizaciones para nuevos estándares y que no podrás usar aplicaciones nuevas. Concretando más, si nos fijamos en las ipaq, una marca de pocket pcs bastante populares, nos encontramos con modelos lanzados hace más de cinco años con características similares a las que puedes encontrar hoy en día en las mayoría de los ordenadores de mano: procesadores de hasta 400 MHz, 128 megas de ram, puerto SDIO, wifi, bluetooth, IrDA, pantalla táctil de 3,8 pulgadas, etc. Compaq, la propietaria de ipaq, significa compatibility and quality, estas palabras (compatibilidad y calidad) bien eran verdad cuando la propia compaq se encargaba incluso de desarrollar alternativas al sistema operativo incluido por defecto. Pero llegó hp, la absorbió en 2002 y desde entonces se ha dedicado a vender pocket pcs de potencia similar o inferior a las de compaq y a matar a los productos de compaq (para que la gente se haga una idea reparar un ipaq puede costar varias veces el precio de dicho pocket pc o no han actualizado el sistema operativo desde hace años). Resultado: el consumidor sale perdiendo. Pero en este caso como en muchos otros el software libre permite instalar distribuciones y aplicaciones actuales en equipos teóricamente anticuados gracias a NetBSD, Familiar Linux, Plan 9 y Ångström distribution.
El otro caso que os quería comentar, más sangrante si cabe, es el de nokia. Esta empresa saca en 2003 la nokia d311, una tarjeta pcmcia compatible con windows, linux y pocket pcs que permite conectarse a internet tanto por wifi como por gsm, es decir, hoy con una tarjeta a un precio realmente asequible tendrías internet en el 98% del país a un coste 0 a 1,2 euros al día como máximo si usas yoigo. El problema: al año siguiente no crearon actualizaciones de los drivers para los nuevos sistemas operativos. Nokia en este caso mata a su producto, quizá porque competía directamente con otros que sacó después. Resultado: el consumidor pierde. Pensemos incluso en lo ridículo que resulta el asunto: una empresa invierte un montón de dinero en desarrollar un producto que mata al pasar un año. Ya que está presumiblemente muerto, si hubiera liberado las especificaciones hardware seguramente algún hacker habría hecho un driver para los sistemas actuales y posiblemente habría recobrado valor.
He elegido estos casos especialmente porque los he sufrido en carne propia, porque es en esos momentos cuando las leyes del mercado parecen haberse vuelto locas y ridiculizan incluso a las grandes empresas. Pero no todo es malo: estos productos, cuyo público original era sin duda el empresario o ejecutivo, alcanzan con esta fase de pérdida de soporte precios mucho más baratos, llegando a las masas.
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