De radicales trans y terfs a tirfs

Tirfs por significar, en inglés, feminista radical trans—incluyente.

Para alegría de la extrema derecha y desgracia de la gente de bien, las radicales trans y las terfs no paran de enfrascarse en discusiones acaloradas cuando no directamente insultarse desde que se empezó a planificar la ley trans.

Por eso, por ejemplo, ya no escucho ni recomiendo ciertos medios como Radio Japuta, aún recuerdo el programa en el que una de sus oyentes llamaba abominación a la gente trans. Y aún más me duele no reconocer a Lidia Falcón insultando a la gente trans, la feminista histórica que casi me hizo llorar cuando escuché como relataba las torturas que le produjo Antonio González Pacheco (alias Billy el niño).

Sin embargo, hay ciertas críticas de las anteriores que comparto, aunque disiento en sus soluciones, que es mantener la transfobia actual. Porque una desigualdad no puede ser reemplazada por otra. Derechos para tod@s o derechos para ningun@. Hay soluciones que benefician a las dos partes y se ignoran, y aquí pongo cinco ejemplos.

Primera, ¿debemos permitir hormonarse a l@s menores trans?. Ya lo dice el feminismo: ¡En mi cuerpo decido yo!. Si una menor se queda embarazada debe poder abortar incluso sin el consentimiento paterno, en caso de que sean unos machistas. Solución win—win: Pues con l@s menores trans lo mismo, en su cuerpo deciden ell@s. Tanto si quieren hormonoarse como si quieren operarse quirúrgicamente. Y deben poder hacerlo sin consentimiento paterno, en caso de que sus padres sean tránsfobos. Por cierto, hormonarse también es tomar la píldora del día después, y abortar tras un tiempo no es ni más ni menos que una operación, a veces quirúrgica. Ganan las dos partes.

Segunda, ¿deben las personas trans poder usar el baño con el que se identifiquen?. Hasta ahora no pueden hacerlo libremente a no ser que su apariencia física concuerde con el sexo para el que se ha diseñado el baño. Solución win—win: reemplazar todos los baños de hombres y mujeres por baños individuales, consistentes de pequeñas cabinas con un váter y un lavamanos que puede utilizar cualquiera. Así, las personas trans pueden utilizar cualquier baño, y las mujeres cis tendrán que esperar menos ya que los hombres tardamos menos. Ganan las dos partes.

Tercera, ¿las personas trans que cometan delitos deben cumplir sentencia en la cárcel con la que se identifiquen?. Hasta ahora es un sinsentido, personas trans que no han transitado son enviadas a cárceles que no les corresponden, en el caso de mujeres trans reclusas son violadas si son enviadas a cárceles de hombres. Pero las mujeres cis reclusas podrían ser violadas si enviamos a hombres trans que no han transitado a las cárceles de mujeres. Solución win—win: las cárceles de mujeres se crearon para proteger a las mujeres reclusas de los hombres reclusos, especialmente para que no fueran violadas. Pues reemplazemos las cárceles actuales, de hombres y mujeres, por cárceles de hombres cis, mujeres cis, hombres trans y mujeres trans. Y si no hay mucha población reclusa, por ejemplo en el caso de los hombres trans, podemos crear módulos totalmente aislados dentro de otras cárceles. Problema solucionado, derechos para tod@s sin detrimento de ningun@.

Cuarta, ¿las deportistas trans pueden competir en la liga con la que se identifiquen?. Al principio las competiciones deportivas, por ejemplo las olimpiadas, estaban restringidas y sólo podían participar los hombres. Cuando se dejó participar a las mujeres se hizo una liga propia para que tanto hombres como mujeres ganaran. Si mujeres trans que se han hormonado tardíamente participan en las ligas de mujeres cis estas saldrán perjudicadas. Y lo mismo va para los hombres trans que se han homonado tardíamente y compitan contra hombres cis. Solución win—win: reemplazar las ligas actuales, de hombres y mujeres, por ligas de hombres cis, mujeres cis, hombres trans y mujeres trans. Opcionalmente, se podrían reemplazar las ligas actuales por categorías en función de la altura y el peso, que ya se hace en algunos deportes como el boxeo.

Quinta, ¿debemos enseñar a l@s niñ@s para que no sean tránsfob@s?. Esto es bien sencillo, vivimos en una sociedad machista, las religiones mayoritarias monoteístas tienen como dios a un hombre (nunca podrá ser mujer), su voz en la tierra es un hombre (ejemplo: el papa, nunca podrá ser mujer), los que eligen a su voz en la tierra son hombres (nunca podrán ser mujeres), los que eligen a los que eligen a su voz en la tierra son hombres (nunca podrán ser mujeres). Por no hablar de la legislación, la constitución Española actual pone al hombre por encima de la mujer en la línea sucesoria en el título 2, artículo 57, punto 1, por eso que tenemos como rey a Felipe y no a Elena, que nació antes. Pues como el machismo es rampante en nuestra sociedad l@s niñ@s deben aprender feminismo desde pequeñ@s para corregir nuestro errores. Ahora, la transfobia está patente igual en nuestra sociedad, solo hay que ver las cifras galopantes de agresiones, suicidios, adicciones y desempleo en el caso de las personas trans. Pues eduquemos a las nuevas generaciones para que no sean tránsfob@s, así de claro. Solución win—win: enseñemos a l@s niñ@s para que no sean machistas ni tránsfob@s.

Manda huevos que un hombre cis tenga que llegar a estas conclusiones porque l@s que debieran hacerlo se odian profundamente mutuamente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *