Eso ha sido lo que le ha pasado a miles de personas. movistar, orange y vodafone subieron las tarifas de telefonía móvil a principios de 2007 (lo que les ha supuesto varios cientos de millones de euros adicionales), muchas personas habían firmado un contrato cuya permanencia no había vencido y decidieron cambiarse a otro operador. Cuando me enteré del asunto recurrí a la ley: ¿podían subir las tarifas habiendo firmado un contrato con otras tarifas?. Si, podían, pero eso me daba (a mi y a todos los que tuviéramos contrato) derecho a cancelar el contrato sin coste alguno (según el artículo 107 del real decreto 424/ 2005 de 15 de abril de de telecomunicaciones). En mi caso, orange hizo caso omiso a la parte de «sin gasto alguno»: avisaba de ello, pero luego te cobraba la penalización por permanencia (150 euros más iva) y eso que envié el burofax pertinente en buena fecha. Bien, me puse a mirar leyes, webs y experiencias de otras personas y gracias a internet y en especial a los usuarios de banda ancha me informé de los pasos a seguir. Durante el periplo de casi dos año tres empresas decidieron avisarme varias veces, a instancias de orange, que habían incluido mis datos en un registro de morosos (por no querer pagar una deuda que no había contraído, añado), incluso una de ellas me mandó una carta donde me avisaba de que habían preparado una demanda judicial, aquí es cuando me empezaron a tocar las narices ya que tanto ellos como yo sabíamos que no había tal deuda así que visité la Junta Arbitral de Consumo (que por cierto, estaba vacía, debe ser que la gente solo se queja de boquilla y así nos va) y puse una queja formal, llamé a orange y a las empresas que me mandaban cartas a instancia de orange para comunicarles que la deuda no era tal sin respuesta alguna («tomo nota, ya le llamaremos») y esperé. Desde este momento orange sigue un protocolo extraño: si antes de poner la queja la deuda era de 150 euros después de hacerlo me la rebajan amablemente a la mitad y como ven que por ahí no paso la rebajan un poco más, es decir, saben que no hay deuda y que yo se que no hay deuda por lo que intentan cobrar cualquier cosa a toda costa. Si hubiera pasado por madrid durante este tiempo habría presentado una demanda en la agencia de protección de datos. Después de mucho tiempo (al parecer mi expediente en consumo se había extraviado) se convoca la junta arbitral: me dan las alegaciones de orange, las leo, no tienen sentido: cambian fechas, cambian cantidades, no saben la duración de mi contrato ni hacer una regla de tres. Presento mis alegaciones y en menos de una semana tengo el resultado: No hay deuda por permanencia. Pago lo correspondiente al último recibo (llamadas y mensajes del último mes) puesto que nunca me lo quisieron desglosar y les llamo cinco veces con un total de 40 minutos para que conste como que todo está pagado.

Conclusiones para orange y las empresas:

• Algunos de sus clientes no son tontos, por favor, no los trate como tal.
• Ya que estamos, no maltrate a sus clientes usando prácticas inmorales que dañan su imagen, es estúpido.
• Su call center apesta (¿qué hay de fades, normalización de audio y educación?), vale que lo hayan trasladado a países en vías de desarrollo para ahorrarse costes pero deberían tener la decencia de proporcionar un servicio digno, sin embargo, a veces sonaba literalmente como un gallinero.
• Su sistema de quejas es infantil y no funciona: ‘me tomo nota, ya le llamaremos’ y que luego no ocurra nada implica que son incapaces de detectar sus errores y eso es nefasto para una empresa.

Conclusiones para las personas:

• No te hagas de contrato: tienes un móvil barato pero ellos juegan con tu ignorancia.
• Infórmate: blogs, comunidades y asociaciones de consumidores (aunque algunas son de pago) están a tu servicio.
• No sirve de nada quejarse en el bar o en el blog: infórmate y plantea una queja donde corresponda para tener resultados.
• El proceso fue completamente gratuito.

¡Adiós orange, hasta nunca! y ya sabes: Si no te quejas pagas.

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