Si después de siglos de guerras entre países que han dejado millones de muertos en algunos lugares hemos sido capaces de ponernos de acuerdo para no atacar e incluso tolerar a nuestros vecinos geográficos, ¿qué nos ha impedido haber alcanzado un acuerdo para no atacar a nuestros propios ciudadanos?, ¿qué es lo que hace que sigan habiendo delincuentes en el siglo XXI, lo que contradice todo sentido de la lógica, haciendo necesaria una fuerza policial que debería pertenecer a la antigüedad?.
Es un fallo de la humanidad, de nuestra forma de vida, de nuestro sistema: cuando le pasa algo malo a una persona cercana a nosotros nos duele, nos duele y mucho, pero hay gente que por diversas circunstancias le da igual lo que le pase al prójimo, son incapaces de tener el más mínimo atisbo de empatía, anteponen su beneficio al perjuicio del otro. Estaba pensando en una norma, algo que acataran por igual clases altas o bajas, de cualquier nacionalidad, etnia o religión y seguramente habrán excepciones y claro, puedo estar equivocado, pero la competitividad, el hacer las cosas por ser mejor que otro, pisotearlo si hace falta, te hace ver al otro como el enemigo cuando realmente no necesitas nada de eso si te planteas las cosas como un reto personal, por ti, para aprender, ganarte la vida o lo que sea, para superarte sin medirte respecto a los demás.
Abusamos del léxico: demasiadas cosas son buenas o malas cuando en general es mucho más acertado y mucha más gente lo entenderá si dices que es diferente, pero incluso esa palabra significará malo para algunos. Lo bueno y lo malo no ayuda a entender los problemas, se quedan en la superficie e impiden profundizar en las razones del problema, y por tanto en sus soluciones. Mientras leo una noticia o mientras me la muestran, en el mismo instante en que recibo la información, tiendo a posicionarme: X es bueno o es malo para mi. Y cuesta salir de eso, si no estás relacionado con la temática cuesta buscar las fuentes, contrastar, buscar referencias, no es fácil y un mundo rápido, con noticias generalizadas, de poco análisis y mucha opinión no ayuda.
Cabe preguntarse si estamos mejor informados que antes, cabe preguntarse si renunciar a la competitividad es compatible con tener un nivel de vida digno y cabe preguntarse acerca de todo lo que lees, escuchas o ves, meditar sobre todo lo que te llega, pero eso requiere sin duda limitar la información que te llega, y digo limitar, no solo seleccionar, ya que hoy en día recibimos una cantidad ingente de (des)información lo que nos lleva al principio: ¿ralentizamos el mundo para entenderlo mejor y, quizá, poner fin a algunos de los problemas más deleznables o seguimos en la vorágine de hipocresía y egoísmo a altas velocidades?.
Amenazas cotidianas
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