Cuándo fue

¿Cuándo fue aquel momento en que dejaste de ser tú? ¿Cuándo fue la primera vez en que renunciaste a hacer lo que te gusta para hacer lo que se supone que debías hacer? Para mi, hace tanto tiempo que ni lo recuerdo.
Actualmente estudio (es lo que se supone que debía hacer) y hago prácticas en empresa (es lo que se supone que debes hacer una vez estás haciendo lo que se supone que debes hacer), he visto como en unas semanas el tiempo que me dedicaba a mi, para hacer lo que a mi me gusta, lo que quiero, ha disminuido a prácticamente nada a la semana, incluso a pesar de quitarle horas al sueño que, sin duda, me pasarán factura en el futuro; claro, es lo que se supone que debe pasar.
La idea de dejarlo todo, de irme lejos de aquí, a donde sea, pero lejos (hipócrita de mi, como si esta forma de vida dependiera de donde estuvieras) ha sido cada vez más y más recurrentes; a poco que te informes encuentras que incluso existen becas que te facilitan, en mayor o menor medida, el huir de casa; dicen que está muy valorado en el CV y otras bondades pero estoy seguro de que muchos de los que la piden es por intentar escapar de esta forma de vida en la que nos hayamos sumidos.
Pero ante esta posibilidad nos encontramos con un muro, toda una serie de ataduras que nos obligan a permanecer en el lugar donde hemos nacido. Puede ser la familia, la novia, los amigos o en el peor de los casos la tradiciones. De cualquier forma, todos estos lazos son ficticios, mirando el asunto desde un punto de vista lógico, nada indica que no puedas obtener en cualquier otro lugar del mundo el mismo o más cariño, respaldo o apoyo que te proporcionan estos, pero de parte de otra gente. Es increíble ver como las tradiciones violan el espíritu libre (por naturaleza libre, ya que al fin y al cabo somos animales) del ser humano. Nuestra moral, nuestras jerarquías, nuestra vida se convierte en un muro a priori infranqueable para nuestra VIDA.
Pero, ¿qué nos hace tan dependientes de todo esto? puede que en el fondo, muy en fondo, debajo de toda esa inteligencia y clase que tenemos que no viene a esconder más que ingenuidad, encontremos que no somos nadie, peores que animales, incapaces de sobrevivir en cualquier medio natural y dispuestos a morir por ideas que nosotros no concebimos ni compartimos pero que, por estar relacionadas con cualquier asunto allá donde vivimos, se han colado en nosotros por la puerta trasera para arrebatarnos el trono y hacernos bajar de la corona a los calabozos, esclavos de nosotros mismos para soportar a un sistema que nos perjudica.
Creo que este es el principio de uno de mis ciclos y que debe empezar como empezó el ciclo anterior, con algo que escribí mucho tiempo atrás, y que con este texto cobra todo la significación que puede alcanzar:

‘Soy el hijo desheredado de un sistema corrupto’.

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