La vi una mañana de verano, la paloma, volando hacia un edificio, hacia un muro, como si estuviera loca o ciega volaba, como si algo la persiguiera, como si alguien la guiara al funesto fin, como si no fuera lo que era, una paloma. Avanzaba veloz, encarada hacia el edificio, la paloma volaba, y estalló, desplomándose ya sin vida desde lo alto, sin parar caía, el aire que ya no la sustentaba ahora empujaba su cuerpo hacia abajo. Y calló el cuerpo y cayó la paloma, gotitas de sangre señalaban el lugar y la poca vida que le quedaba la invertía intentando mover sus alas dislocadas, intentando elevarse de nuevo cuando lo único que se elevaba era su alma, y ahora sí paloma no había, solo había cuerpo y manchitas de sangre, el ojo ya no veía, el cuello ya no se movía con esa forma intrigante, adelantándose al movimiento y volviendo atrás como para coger impulso, como para volver a su estado pero queriendo estar por delante.
El edificio, sin embargo, permanecía igual, y es que no se puede matar a lo que ya esta muerto, (que gran injusticia) lo muerto puede matar a lo más vivo que nunca te hallas imaginado; el monstruo, vestido con plata deslumbró a la paloma, la cual sin tan siquiera sospechaba que su muerte se acercaba, que la perseguía, o mejor, que la obligaba a perseguirla.
Y una tarde de verano vi a otra paloma, esta vez la paloma estaba en el suelo, en medio del camino por donde yo debía pasar, pero se aparto como haría cualquier paloma, y como cualquier paloma que hubiera visto lo de la pasada mañana se abalanzó sobre mi en el momento justo en que yo pasaba, la arrollé, y paré, preocupado como estaba, de la paloma que no quiso volar; estaba viva, se movía, solo tenia un rasguño; -la culpa, -dijo-, ha sido mía. -Y con esto partió la paloma, con su bolso y su móvil y su prisa y con un rasguño. ¿Por qué no voló la paloma? ¿Por qué no quiso apartarse, o al menos continuar por donde iba para que yo me apartara? ¿Por qué no usó sus alas? Quizá una paloma que no vuela no es más que un muro pequeño, contra el que uno se estrella, y con el golpe la paloma vuelve a ser paloma; o quizá cuando te estrellas contra ella es más muro todavía, la paloma, la paloma…