Archivo por meses: noviembre 2005

Nacimientos y muertes

La gente común como yo solo se viste elegante por esos dos motivos, entendidos ambos ampliamente. Hoy he asistido a mi muerte: obligado por mi padre (con ese tono tan humorístico como serio de decir ‘o te haces la orla o te desheredo’) decidí hacerme la infame foto, me informé, me apunté en la lista de horas y acudí al ‘estudio’, me vestí como nunca voy vestido, puse mi sonrisa más falsa y el flash se disparó cinco veces. El asunto no habría ido a más si el imbécil solo hubiera sido yo pero por allí pasaremos miles de estudiantes que por un momento luciremos camisa, corbata y toga, para dos días y medio después estar sumidos en nuestro baño de alcohol y pastillas.
No es suficiente el siempre se ha hecho, pues la historia cambia.
No es suficiente el solo es una foto, porque he visto mi muerte.
No es suficiente toda la riqueza del mundo para vencer las ideas de alguien convencido, de hecho, creo que si hay alguna situación similar le diré que dejemos el tiempo aparte, lo que siento ahora, después de haber cometido el infame acto, solo sería comparable conque le pidiera que me diera todo lo que tiene antes de hacerlo, y así él se sentiría como yo; hundido.
Ahora escucho a los niños en el recreo del colegio gritando ‘¡Somos lo mejores!’, que triste felicidad la de aquellos que no son capaces de ver lo que les rodea, que se encierran en su urna de cristal esperando a que cese la lluvia aún sabiendo que nunca ocurrirá.
También me parece increíble el hecho del consumismo, es decir, cuando ansías tanto un producto y cuando lo tienes ya no te importa. Cada vez veo más claro como funciona: cuando compras algo no compras el producto, compras la ilusión, el sentimiento de tenerlo y justo en ese momento pierde su valor. La diferencia entre tener algo y no tenerlo es simplemente una ilusión muerta, pues cuando lo tienes no le das la más mínima importancia, y esto llega a tales extremos que quien dice un producto también podría decir una persona, al fin y al cabo tampoco somos tan distintos si cada vez menos usamos la cabeza.

Soldados

Es increíble lo ciegos que estamos ante las cosas más obvias.
Recientemente fui a ver Jarhead, una película que cuenta la vida de un recluta durante su preparación y su posterior actuación en la guerra del Golfo. Mientras la veía me vino a la cabeza la idea de las desventajas de ser militar, y la primera fue sin duda la de acatar las órdenes de algún superior por el simple hecho de serlo. Sin embargo, esta actitud, tan comúnmente criticada por nosotros los civiles, está en nuestro seno: ¿quién no actúa porque si? ¿quién no tiene un coche, un móvil, un mp3 o cualquier otra cosa porque la sociedad decidió que debía ser así? ¿quien no tiene un objeto o animal que simplemente no le hace falta, ni si quiera como capricho?. Cada vez veo más evidente que no somos más que marionetas, un mercado ansioso por comprar cualquier cosa a cualquier precio con el solo dictamen de la sociedad; como un banco de pruebas pero donde se mueve mucho dinero, donde prácticamente los medios de comunicación y las propias personas de tu entorno te enfrentan a comprar algo o te destierran: si no lo tienes no estas a la última. Por tanto, nuestras libertades no existen en un mundo en el que no se puede elegir en libertad, porque si no eliges lo que te indican serás expulsado, te mirarán raro, ya no te llamarán y ni si quiera pienses en que te saluden cuando te vean por la calle; resumiendo: lo compras o no existes. Y estamos hablando de un objeto, pero a veces esto también va con animales, solo depende el contexto en el que se mueva la persona, pero bueno, ¿a quién le importan los animales salvo a un honroso grupo de personas que actúan profesional o voluntariamente para salvarlos cuando los abandonamos o los maltratamos porque ya no están de moda o porque aquella persona que lo compró no quiere asumir sus responsabilidades? ¿Y quién nos salvará a nosotros de nuestra sociedad? Sin duda debe ser uno mismo el que construya su arca de Noé, el que introduzca en ella aquellas personas y relaciones que estima y espere el diluvio en esta lluvia incesante.
Pero hay más sobre el ejército: ¡que pacifistas y que ignorantes somos! Nosotros, la Europa civilizada, que hemos salido una y otra vez a la calle a manifestarnos frente a las guerras promovidas por el vecino americano y por las nuestras propias, poseemos uno de los mejores ejércitos del mundo y suministramos armas a una enorme cantidad de países.
Y sin embargo nadie nos mandará callarnos, no como al general Mena, quizá los jóvenes no llegamos a comprender lo que significa un pronunciamiento militar sobre lo civil pero estoy seguro de que a más de uno le dio que pensar, sin embargo y sin que sirva de precedente, el incidente se resolvió como tocaba y todos listo. Pero estaba preguntándome, acerca de quién nos manda callar cuando actuamos en el mundo civil como si fuéramos un militar, es la sociedad, ese grupo de personas, entre ellas tus familiares, amigos y conocidos son los que te dicen: debes comprar esto o debes pensar así, y lo aceptamos, como si fuera algo lógico y racional no tener un cerebro propio, vale que mientras trabajo se lo estoy alquilando a una empresa pero eso se acaba cuando cierro la puerta del trabajo o de la universidad, ahí es cuando soy yo, o al menos debería.

Cambios

Es un hecho que todo esta en constante cambio, fíjate por ejemplo en las pirámides, esas enormes construcciones fueron perfectas geometrías y tenían un cono de oro en la cima en otro tiempo; hoy en día hay algunas que no se diferencian de montones de piedras e incluso otras han sido sepultadas por la arena.
No me deja de parecer inútil el esmero con el que algunas personas limpian pues los mismos utensilios que utilizan para limpiar se están deshaciendo y ensucian a la vez. No creo en épocas doradas porque ya no volverán, hay que mantener la cabeza fría, viviendo el presente y pensando en el futuro; rememorar no te servirá de nada porque todo aquello ya se fue, pero tenemos la necesidad de mirar atrás para saber a dónde nos debemos dirigir: otra falacia. Si alguna vez te equivocaste el resto de tu vida seguirás haciéndolo por lo que no deberías fijarte en lo que has hecho, pero ¿qué hay de los principios? ¿cómo doy siquiera un paso si no tengo ningún lugar en el que apoyarme?.
¿Qué tal si te dejas llevar? Vale, está bien todo aquello de tener una personalidad, un carácter y unos gustos; no me refiero a suplantarlos por el grupo de moda pero deberías, deberíamos poner en la balanza un poco de aleatoriedad, una componente que continuamente nos asombre y nos de sorpresas, de forma que nunca nos cansemos de la situación actual porque, simplemente, no hay situación actual. La rutina ha muerto.
Basta con ir cada día por un camino distinto a tu centro de estudios o de trabajo, basta con reordenar tus camisas cada vez que pones una recién planchada, olvidarte de los formalismos que se han venido repitiendo durante generaciones porque a alguien se le ocurrió que las galletas se deben comer con el dibujo hacia arriba, que hay que seguir viendo la televisión mientras ponen anuncios o que abrir un paquete de paquetes de magdalenas es más rápido que untar una rebanada de pan con aceite de oliva y sal.
Sin embargo, somos tan tontos… creemos que los cambios nos hacen frágiles cuando en verdad nos fortalecen, olvidamos que cada uno de nosotros somos producto de un cambio. La adolescencia, la «crisis» de los 40,… épocas de cambio en las que seguramente tendré las mejores experiencias de mi vida. ¿Por qué me siento bien ante los cambios? ¿Debería? Creo que si, al menos de momento me siento vivo.

Regalos

Mi abuela recibía como regalo por navidad una tortafina (una especie de hojaldre muy dulce), eran tiempos de escasez y el mejor regalo que se podía dar era algo que llevarse a la boca. Mi madre recibía como regalo por navidad una tortafina y calcetines, la tortafina era entonces un dulce, algo complementario, y lo de los calcetines viene porque mi abuela tenía una máquina de hacer calcetines, que por aquel entonces no era algo muy común.
Hace unos días me tocó decidir qué voy a querer como regalo y la respuesta era clara: nada. Prefiero quedarme sin regalo que volver a caer en el sinsentido que supone gastarte dinero en algo para hartarte de él a los pocos días y dejarlo olvidad en algún rincón de tu cuarto. Sin embargo, me conozco demasiado bien como para saber que ese pensamiento totalmente objetivo y racional se iba a ver superado por el impulso de compra y accedí a comprarme algo de ropa. Pero piénsalo: si siempre has tenido todo lo que necesitas, desde lo básico hasta los caprichos, si nunca echaste en falta nada material, si jamás has encontrado un agujero que tapar, si no necesitas nada, ¿te regalan cosas a ti o eres tu el regalado (parafraseando a Cortázar)? Pon el ejemplo que quieras, cualquier objeto que se te pase por la cabeza: tu sin ese objeto eres igual, no dependes del objeto ni te pasaría nada si no lo tuvieras. Pero el objeto sin ti no es nada, no tiene sentido, sería solamente otro objeto más envuelto en su embalaje en el tercer estante de la estantería del centro comercial. Entonces, ¿quién es el regalo, el objeto o tu?.
Por otro lado, desde las navidades pasadas empieza a aumentar el grado de idiotez que vive en nuestra sociedad y si hace un año eran unos pocos los que colgaban luces y papanoeles del balcón con el único fin de que lo vieran los que pasaban por la calle este año la gente empieza a abusar de estos elementos. Y de nuevo la misma cuestión: son las personas las que dan sentido a esos objetos, son ellas las que les dan un valor y pagan por ellas con dinero que han conseguido con su sudor. Las personas resultan ser el regalo para los objetos, están ahí, en tu tienda preferida, haciendo cola, primero en el almacén y luego en la estantería para que vayas y te regales; algunas se visten mejor y todavía conservan el embalaje mientras que otras, las mas dejadas, han sufrido algún desperfecto y suelen ser relegadas a segundas filas, de cualquier manera, están ahí para escogerte, y luego, claro, hacen cola rigurosamente en la caja para que sean cobradas.

No recomendado para niños menores de 3 años por contener piezas que pueden ser ingeridas o inhaladas.
CE.
Made in China.

¿De verdad quieres eso?. ¿Te gustaría convertirte en un objeto, ser regalado y necesitar desesperadamente una cosa para dar sentido a tu vida?.
La navidad no hace mejores a las personas ni por un momento: no está en nuestros genes ni en nuestra naturaleza, deshazte de ella, olvida la fecha en la que te encuentras y enfréntate a la realidad, esa realidad que te dice que no necesitas, que no quieres ese objeto, esa realidad que te dice que a pesar de ser noche buena o año nuevo hoy han vuelto a morir 44000 personas por falta de agua, esa realidad que te dará la amarga victoria de saber que has acabado con una de las mayores mentiras. Acércate a esos que ves únicamente por navidad durante todo el año, haz más fácil la vida de los demás durante todo el año.
Piensa. ¡Quiérete!.

Cuándo fue

¿Cuándo fue aquel momento en que dejaste de ser tú? ¿Cuándo fue la primera vez en que renunciaste a hacer lo que te gusta para hacer lo que se supone que debías hacer? Para mi, hace tanto tiempo que ni lo recuerdo.
Actualmente estudio (es lo que se supone que debía hacer) y hago prácticas en empresa (es lo que se supone que debes hacer una vez estás haciendo lo que se supone que debes hacer), he visto como en unas semanas el tiempo que me dedicaba a mi, para hacer lo que a mi me gusta, lo que quiero, ha disminuido a prácticamente nada a la semana, incluso a pesar de quitarle horas al sueño que, sin duda, me pasarán factura en el futuro; claro, es lo que se supone que debe pasar.
La idea de dejarlo todo, de irme lejos de aquí, a donde sea, pero lejos (hipócrita de mi, como si esta forma de vida dependiera de donde estuvieras) ha sido cada vez más y más recurrentes; a poco que te informes encuentras que incluso existen becas que te facilitan, en mayor o menor medida, el huir de casa; dicen que está muy valorado en el CV y otras bondades pero estoy seguro de que muchos de los que la piden es por intentar escapar de esta forma de vida en la que nos hayamos sumidos.
Pero ante esta posibilidad nos encontramos con un muro, toda una serie de ataduras que nos obligan a permanecer en el lugar donde hemos nacido. Puede ser la familia, la novia, los amigos o en el peor de los casos la tradiciones. De cualquier forma, todos estos lazos son ficticios, mirando el asunto desde un punto de vista lógico, nada indica que no puedas obtener en cualquier otro lugar del mundo el mismo o más cariño, respaldo o apoyo que te proporcionan estos, pero de parte de otra gente. Es increíble ver como las tradiciones violan el espíritu libre (por naturaleza libre, ya que al fin y al cabo somos animales) del ser humano. Nuestra moral, nuestras jerarquías, nuestra vida se convierte en un muro a priori infranqueable para nuestra VIDA.
Pero, ¿qué nos hace tan dependientes de todo esto? puede que en el fondo, muy en fondo, debajo de toda esa inteligencia y clase que tenemos que no viene a esconder más que ingenuidad, encontremos que no somos nadie, peores que animales, incapaces de sobrevivir en cualquier medio natural y dispuestos a morir por ideas que nosotros no concebimos ni compartimos pero que, por estar relacionadas con cualquier asunto allá donde vivimos, se han colado en nosotros por la puerta trasera para arrebatarnos el trono y hacernos bajar de la corona a los calabozos, esclavos de nosotros mismos para soportar a un sistema que nos perjudica.
Creo que este es el principio de uno de mis ciclos y que debe empezar como empezó el ciclo anterior, con algo que escribí mucho tiempo atrás, y que con este texto cobra todo la significación que puede alcanzar:

‘Soy el hijo desheredado de un sistema corrupto’.