Apenas acaba de empezar la, esperemos larga, andadura de este sitio y echo en falta una presentación, algo que dijera al visitante qué es esto y quién soy yo.
Quizá la primera pregunta que te viene al entrar es ¿por qué faltantonillos? faltantornillos porque el mundo se está volviendo loco, y no me malinterpretes, hay muchas cosas buenas en el mundo y muchas otras por las que vale la pena vivir, pero eso no quita que en el siglo XXI se sigan cometiendo tremendas burradas por doquier, faltantornillos porque la gente prefiere enfrentarse a penas de cárcel antes que usar una alternativa libre o porque directamente desconocen sus derechos, faltantornillos porque las ideas y los pensamientos no deberían quedar relegados a un segundo plano en beneficio del consumismo rampante, faltantornillos porque las nuevas tecnologías y el arte no están enfrentados (eso si, que cada uno entienda por arte lo que quiera).
Y sobre quién soy yo, bueno, si quieres mi nombre busca en los metadatos de este documento, pero soy nada más y nada menos que una persona, estudiante y trabajador, que cada vez se siente más interesado por este mundo.
Todo el site es un proyecto que llevaba demasiado tiempo pendiente y es ahora cuando creo que debería llevarse a cabo, intentaré dar una visión distinta, personal pero encuadrada en el marco global que a todos nos atañe, de las ideas que se me ocurran, así mismo, voy a intentar recoger toda la información de eventos y noticias interesantes por lo que se refiere a los 3 ejes de este sitio (software libre, pensamiento y diseño); creo que ese es mi mayor activo, como ciudadano, no tengo intereses comerciales que influyan en la noticia (al menos conscientemente).
Curioso, uno de los mayores bienes hoy en día es no tener intereses.
Archivo de la categoría: Textos
Derechos
Últimamente la reforma de la ley de propiedad intelectual está cobrando notoriedad en algunas webs y tristemente en todas las demás ni se menciona. Es algo tan curioso como que cualquiera puede denunciar sin coste alguno el abuso que se está haciendo con el canon de los CDs y únicamente 18 personas de toda España se han mojado mientras que cada vez que aparece el tema hay un aluvión de comentarios contra las suciedades de gestión. Desde mi punto de vista, la cultura, y mal llamada propiedad intelectual, está cada vez más presente en nuestra vida: una de las tareas que tengo que hacer para la universidad es un videosentimiento, esto es, partiendo de vídeos y de audio crear una obra de un minuto que transmita un sentimiento, pues bien, tenía una idea bastante formada de lo que iba a ser mi trabajo pero resulta que, para hacerlo conforme a la legalidad, no puedo utilizar la mayoría de las obras protegidas por lo que mi fondo de medios queda reducido a aquellas obras que se distribuyen libremente. Pero esto es algo que también te afecta a ti, cuando vas a la imprenta y te dicen que no te pueden fotocopiar un libro entero (mienten, derecho de copia privada), cuando haces uso de tu derecho de cita (que quedará drásticamente reducido si la reforma sigue adelante), cuando pagas canon por CDs, DVDs y cada vez más consumibles y aparatos, etc. En esto no hay diferencia entre derecha e izquierda: ambos bandos votaron a favor del todavía proyecto que únicamente recortará nuestros derechos, una reforma hecha a medida para los buitres y los intermediarios. No es algo que se reduce a nuestro país, pero sin embargo clama al cielo el desconocimiento generalizado de asuntos que realizamos a diario, yo mismo conozco lo que dice el último gurú de turno y desconozco la mayoría de mis derechos pero, al fin y al cabo, únicamente hemos degenerado en una auto-demagogia constante en la que es suficiente satisfacer tu yo público aunque con ello derrumbes a tu yo interior. Se que no es algo generalizado pero no pude dejar de comparar esos universitarios franceses (luchando por sus derechos) y los estudiantes de mi universidad (jugando a las cartas y viendo realities), tengo dudas de que pertenezcamos a la misma especie. Precisamente, acabo de ver la película ‘Presidente Miterrand’, para mi se ha convertido en un clásico, con sólo una hora y cincuenta minutos puedes adquirir más experiencia de la que obtendrás en años, sin embargo una de sus frases me ha dado que pensar sobre los ataúdes: resulta que tú, yo y cualquiera, una vez muertos, tanto si quieres que te entierren como que te incineren, reposaremos en ataúdes de pino o caoba, acolchados y reconfortantes, de hecho, ese será el lugar más cómodo donde jamás hayamos estado, imbéciles megalómanos, que nos construimos templos de medio metro de alto el día que nos morimos para poder llorar a los gusanos que, naturalmente, se comen lo que algún día fue nuestro cuerpo y que ya no es nada.
Nacimientos y muertes
La gente común como yo solo se viste elegante por esos dos motivos, entendidos ambos ampliamente. Hoy he asistido a mi muerte: obligado por mi padre (con ese tono tan humorístico como serio de decir ‘o te haces la orla o te desheredo’) decidí hacerme la infame foto, me informé, me apunté en la lista de horas y acudí al ‘estudio’, me vestí como nunca voy vestido, puse mi sonrisa más falsa y el flash se disparó cinco veces. El asunto no habría ido a más si el imbécil solo hubiera sido yo pero por allí pasaremos miles de estudiantes que por un momento luciremos camisa, corbata y toga, para dos días y medio después estar sumidos en nuestro baño de alcohol y pastillas.
No es suficiente el siempre se ha hecho, pues la historia cambia.
No es suficiente el solo es una foto, porque he visto mi muerte.
No es suficiente toda la riqueza del mundo para vencer las ideas de alguien convencido, de hecho, creo que si hay alguna situación similar le diré que dejemos el tiempo aparte, lo que siento ahora, después de haber cometido el infame acto, solo sería comparable conque le pidiera que me diera todo lo que tiene antes de hacerlo, y así él se sentiría como yo; hundido.
Ahora escucho a los niños en el recreo del colegio gritando ‘¡Somos lo mejores!’, que triste felicidad la de aquellos que no son capaces de ver lo que les rodea, que se encierran en su urna de cristal esperando a que cese la lluvia aún sabiendo que nunca ocurrirá.
También me parece increíble el hecho del consumismo, es decir, cuando ansías tanto un producto y cuando lo tienes ya no te importa. Cada vez veo más claro como funciona: cuando compras algo no compras el producto, compras la ilusión, el sentimiento de tenerlo y justo en ese momento pierde su valor. La diferencia entre tener algo y no tenerlo es simplemente una ilusión muerta, pues cuando lo tienes no le das la más mínima importancia, y esto llega a tales extremos que quien dice un producto también podría decir una persona, al fin y al cabo tampoco somos tan distintos si cada vez menos usamos la cabeza.
Soldados
Es increíble lo ciegos que estamos ante las cosas más obvias.
Recientemente fui a ver Jarhead, una película que cuenta la vida de un recluta durante su preparación y su posterior actuación en la guerra del Golfo. Mientras la veía me vino a la cabeza la idea de las desventajas de ser militar, y la primera fue sin duda la de acatar las órdenes de algún superior por el simple hecho de serlo. Sin embargo, esta actitud, tan comúnmente criticada por nosotros los civiles, está en nuestro seno: ¿quién no actúa porque si? ¿quién no tiene un coche, un móvil, un mp3 o cualquier otra cosa porque la sociedad decidió que debía ser así? ¿quien no tiene un objeto o animal que simplemente no le hace falta, ni si quiera como capricho?. Cada vez veo más evidente que no somos más que marionetas, un mercado ansioso por comprar cualquier cosa a cualquier precio con el solo dictamen de la sociedad; como un banco de pruebas pero donde se mueve mucho dinero, donde prácticamente los medios de comunicación y las propias personas de tu entorno te enfrentan a comprar algo o te destierran: si no lo tienes no estas a la última. Por tanto, nuestras libertades no existen en un mundo en el que no se puede elegir en libertad, porque si no eliges lo que te indican serás expulsado, te mirarán raro, ya no te llamarán y ni si quiera pienses en que te saluden cuando te vean por la calle; resumiendo: lo compras o no existes. Y estamos hablando de un objeto, pero a veces esto también va con animales, solo depende el contexto en el que se mueva la persona, pero bueno, ¿a quién le importan los animales salvo a un honroso grupo de personas que actúan profesional o voluntariamente para salvarlos cuando los abandonamos o los maltratamos porque ya no están de moda o porque aquella persona que lo compró no quiere asumir sus responsabilidades? ¿Y quién nos salvará a nosotros de nuestra sociedad? Sin duda debe ser uno mismo el que construya su arca de Noé, el que introduzca en ella aquellas personas y relaciones que estima y espere el diluvio en esta lluvia incesante.
Pero hay más sobre el ejército: ¡que pacifistas y que ignorantes somos! Nosotros, la Europa civilizada, que hemos salido una y otra vez a la calle a manifestarnos frente a las guerras promovidas por el vecino americano y por las nuestras propias, poseemos uno de los mejores ejércitos del mundo y suministramos armas a una enorme cantidad de países.
Y sin embargo nadie nos mandará callarnos, no como al general Mena, quizá los jóvenes no llegamos a comprender lo que significa un pronunciamiento militar sobre lo civil pero estoy seguro de que a más de uno le dio que pensar, sin embargo y sin que sirva de precedente, el incidente se resolvió como tocaba y todos listo. Pero estaba preguntándome, acerca de quién nos manda callar cuando actuamos en el mundo civil como si fuéramos un militar, es la sociedad, ese grupo de personas, entre ellas tus familiares, amigos y conocidos son los que te dicen: debes comprar esto o debes pensar así, y lo aceptamos, como si fuera algo lógico y racional no tener un cerebro propio, vale que mientras trabajo se lo estoy alquilando a una empresa pero eso se acaba cuando cierro la puerta del trabajo o de la universidad, ahí es cuando soy yo, o al menos debería.
Cambios
Es un hecho que todo esta en constante cambio, fíjate por ejemplo en las pirámides, esas enormes construcciones fueron perfectas geometrías y tenían un cono de oro en la cima en otro tiempo; hoy en día hay algunas que no se diferencian de montones de piedras e incluso otras han sido sepultadas por la arena.
No me deja de parecer inútil el esmero con el que algunas personas limpian pues los mismos utensilios que utilizan para limpiar se están deshaciendo y ensucian a la vez. No creo en épocas doradas porque ya no volverán, hay que mantener la cabeza fría, viviendo el presente y pensando en el futuro; rememorar no te servirá de nada porque todo aquello ya se fue, pero tenemos la necesidad de mirar atrás para saber a dónde nos debemos dirigir: otra falacia. Si alguna vez te equivocaste el resto de tu vida seguirás haciéndolo por lo que no deberías fijarte en lo que has hecho, pero ¿qué hay de los principios? ¿cómo doy siquiera un paso si no tengo ningún lugar en el que apoyarme?.
¿Qué tal si te dejas llevar? Vale, está bien todo aquello de tener una personalidad, un carácter y unos gustos; no me refiero a suplantarlos por el grupo de moda pero deberías, deberíamos poner en la balanza un poco de aleatoriedad, una componente que continuamente nos asombre y nos de sorpresas, de forma que nunca nos cansemos de la situación actual porque, simplemente, no hay situación actual. La rutina ha muerto.
Basta con ir cada día por un camino distinto a tu centro de estudios o de trabajo, basta con reordenar tus camisas cada vez que pones una recién planchada, olvidarte de los formalismos que se han venido repitiendo durante generaciones porque a alguien se le ocurrió que las galletas se deben comer con el dibujo hacia arriba, que hay que seguir viendo la televisión mientras ponen anuncios o que abrir un paquete de paquetes de magdalenas es más rápido que untar una rebanada de pan con aceite de oliva y sal.
Sin embargo, somos tan tontos… creemos que los cambios nos hacen frágiles cuando en verdad nos fortalecen, olvidamos que cada uno de nosotros somos producto de un cambio. La adolescencia, la «crisis» de los 40,… épocas de cambio en las que seguramente tendré las mejores experiencias de mi vida. ¿Por qué me siento bien ante los cambios? ¿Debería? Creo que si, al menos de momento me siento vivo.