Cuando la ofuscación no sirve de nada

El debate entre seguridad y libertad del código lleva abierto mucho tiempo, la posición más extendida entre los amantes del software libre es clara: si quieres seguridad hazlo libre, las empresas de software privativo por su lado defienden el no acceso al código como forma de protección (algo así como otra razón por la que no liberar el código). Estrechamente relacionado con el software libre tenemos los estándares libres: de nuevo dos posiciones encontradas entre los que defienden la apertura de los estándares como forma de ahorrar costes y promover la independencia del fabricante frente a la industria de software cerrado, para la que mantener el estándar cerrado es una forma eficaz de debilitar si no fulminar a la competencia.
Mi acercamiento definitivo al software libre viene por ambas cosas: un día me encontraba redactando un trabajo en mi windows con mi office religiosamente comprado cuando de repente este se cuelga. Lo reinicié deseando comprobar que al menos no se hubiera corrompido la parte que había escrito antes pero resultó que se había corrompido el fichero word y la copia de seguridad que este crea. Al no disponer del código fuente del programa no podía investigar por qué había ocurrido el problema o haberlo corregido pero además al no tener acceso al estándar de los documentos .doc tampoco podía intentar recuperar el contenido de ellos (es posible que únicamente se hubiera corrompido parte del documento).
Desde entonces ha pasado casi una década y todo sigue igual: antes de un viaje decidí descargar nuevas canciones con las que amenizar el trayecto y me dio por buscar un álbum de una serie de animación. Quizá en otros tiempos me lo habría comprado pero la verdad es que tiene más de dos años de antigüedad y cuesta casi 20 euros, además, desde que pagamos canon intento gastarme lo mínimo en cultura enlatada que ya ellos se encargan de cobrarme el resto. Pues bien, no pude encontrar el disco en redes P2P porque no estaba, de hecho ni si quiera lo había escuchado entero por lo que navegué hasta una web de esa magnífica serie donde ofrecían gratuitamente la audición del disco que buscaba. Digo la audición porque lo que ofrecían era un reproductor flash y, en principio, no puedes ver el código para ver dónde están las canciones porque está compilado o incluso ofuscado. Hasta aquí todo bien por flash, quizá el webmaster no quería que la gente se descargara las canciones y optó por ese método. Pero no olvidemos que detrás de cada página hay un creador, una persona que se encarga de diseñar un sitio web, y que las personas tendemos a pensar lógicamente; así, solemos poner las imágenes en una carpeta con ese mismo nombre, el código php en un directorio llamado php y los mp3, en fin, ya te imaginas.
El hecho, pues, es que a pesar de la ofuscación, de la imposibilidad de acceder al código y del secretismo hay muchas otras maneras de encontrar lo que uno busca. En este caso quedó claro que da igual los métodos que uses pero si alguien con suficiente suerte, astucia o inteligencia quiere algo lo conseguirá, y sino que se lo digan a la industria del entretenimiento, los cuales invierten millones en sistemas infalibles que la gente rompe a los cuatro días.

disculpenlasmolestias.com

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